Se ha hablado mucho de las emociones, clasificándolas de distinta manera, definiéndolas, explicando su sentido  en nuestra historia evolutiva, cómo nos han ayudado a sobrevivir en el tiempo y a satisfacer nuestras necesidades en cada momento, pero que hacemos con ellas? Evidentemente, primero de todo sentirlas.

A veces pasamos muy rápido por ellas, sin saber siquiera que estamos sintiendo, y si la emoción es desagradable todavía queremos dejarla atrás más rápidamente para sentirnos mejor y seguir con nuestra vida. Deberíamos pararnos y atenderlas, cuanto más intensa es la emoción más tiempo deberíamos estar ahí con ella, dedicándole tiempo y esfuerzo. Hay emociones especialmente intensas que requieren de un cuidado y una atención específicas para poder procesarlas e integrarlas, hechos traumáticos que pueden afectar a nuestro bienestar, nuestra visión del mundo, nuestra visión de los demás e incluso de nosotros mismos.

La emoción de manera instintiva tiende a cubrir la necesidad que la provoca. El miedo, la lucha o la huida, la tristeza busca consuelo... 

El hecho de pasar tan rápido por las emociones puede provocarnos problemas y dificultades que vean la luz en el futuro, emociones que se repiten en nuestra vida sin que seamos capaces de darle una respuesta adecuada, ansiedad, inseguridades, fobias, etc.

Lo primero a lo que deberíamos atender es a qué estamos sintiendo, identificar la emoción que nos invade para más tarde averiguar porqué nos estamos sintiendo así. Entender la emoción es validarla, aceptarla, conocernos mejor a nosotros mismos, aceptarnos y querernos.

Le ponemos nombre y nos sentimos aliviados, después busquemos las respuestas a porqué se nos ha generado esa emoción. Es normal que nos sintamos así?  Ésto nos ayudará a entendernos, a reflexionar sobre otros aspectos que no estamos teniendo en cuenta, a ver otras perspectivas que pueden ayudarnos a rebajar la intensidad de la emoción, a que se convierta en otra más manejable.

Algunas personas se sienten mal por las emociones que sienten y ésto les genera emociones nuevas, las emociones en sí mismas no son malas, nos pueden generar malestar pero no son malas en sí mismas y tienen un porqué.

El problema surge en función de lo que hagamos después con ellas, sobre todo las que nos hacen sentir mal. Es importante también que sepamos que estas emociones existen y tienen su sentido, que aprendamos a tolerar ese malestar, que pasará, no durará para siempre, que es normal estar triste cuando perdemos a un ser querido, es normal tener miedo ante un peligro... y que si no pasara o fuera demasiado intenso para manejarlo nosotros solos deberíamos pedir ayuda.