En multitud de ocasiones en nuestro día a día nos vemos muy afectados y, en ocasiones, desbordados por el enfado, la tristeza o la ansiedad. Diariamente nos enfrentamos a una pelea con nuestro hijo, una discusión con nuestro jefe o a la necesidad de solucionar una interminable sucesión de imprevistos. En otras ocasiones nos enfrentamos a situaciones más complicadas como la pérdida de un ser querido. Todas estas situaciones nos producen dolor, intranquilidad y desasosiego. Todas ellas tienen en común que nos generan malestar emocional. Pero, ¿qué podemos hacer para afrontar estas situaciones?, ¿cómo gestionamos esta suma de malestares o un gran malestar? La inteligencia emocional nos puede dar pistas de como hacerlo, pero, ¿qué es la inteligencia emocional?

 

gestión emocional

 

¿Qué es la Inteligencia Emocional?

 

Podemos entender la Inteligencia Emocional como el conjunto de habilidades psicológicas que permiten apreciar y expresar de manera equilibrada nuestras propias emociones, entender la de los demás y utilizar esta información para guiar nuestra forma de pensar y nuestro comportamiento. 

 

¿Cómo utilizar la Inteligencia Emocional en la vida cotidiana?

Llegados a este punto seguramente nos preguntemos, "pero.... ¿¡cómo hago esto!?" La práctica de la Inteligencia Emocional podría compararse con una escalera en la que los peldaños son percibir, comprender y manejar. 

 

Percibir: ¿Qué me está pasando?

 
El primer paso es hacernos conscientes de lo que estamos sintiendo. Es muy importante aprender a observarnos y conocernos mejor porque, a pesar de que vivimos veinticuatro horas al día con nosotros mismos, hay emociones que nos cuesta reconocer o directamente no queremos hacerlo porque, al reconocerlas, nos generan malestar añadido. Además las emociones suelen aparecer mezcladas y nos resulta complicado identificarlas. Por eso hay que aprender a observarnos de forma honesta y sin prejuicios , para así, poder ponernos delante de lo que sentimos. Para lograr esto podemos utilizar técnicas que nos ayuden a ser conscientes de nuestras emociones, como un diario emocional o el mindfulness.
 

Comprender: ¿Cómo me afecta lo que está pasando?

 
El siguiente paso es comprender cómo me afectan las emociones y cómo las situaciones a las que nos enfrentamos condicionan cómo nos sentimos. Emociones y situaciones mantienen una relación bidireccional y se influyen mutuamente. Si, por ejemplo, estamos sumidos en un estado de ánimo triste nos va a costar afrontar una reunión de trabajo complicada. Por otra parte, si siento ansiedad ante una reunión de trabajo eso se puede trasladar a otras situaciones del día. Comprender cómo somos a nivel emocional también nos puede ayudar. Es importante saber si tenemos tendencia a sentir ansiedad, miedo, alegría, vergüenza, etc y en qué situaciones nos pasa. De esta manera vamos a ser capaz de anticiparnos y esto puede servirnos de colchón que amortigüe una emoción intensa.

 

Manejar: ¿Qué hago con lo que me está pasando?

Aquí llegamos al meollo del asunto que es, ¿qué hacemos con lo que nos pasa? Si hemos logrado percibir lo que sentimos y comprender cómo nos afecta eso nos va a ayudar a manejar nuestras emociones en el día a día. Aquí el término manejar es importante. También podríamos hablar de gestionar. Otros términos como controlar me parecen menos adecuados. Si hablamos de controlar esto implica que hay ciertas emociones que hay que evitar a toda costa que aparezcan. Un ejemplo muy claro es la ansiedad. Si, por ejemplo, estamos hablando en público y nos proponemos que, a toda costa, no podemos sentir ansiedad, vamos a producir el efecto contrario y nos vamos a provocar ansiedad. Si, por el contrario, admitimos la posibilidad de sentir ansiedad ésta puede aparecer, pero a un nivel más bajo. 


A medida que vayamos siendo conscientes de lo que sentimos nos va a resultar más fácil elegir cómo actuar de una forma más adecuada en cada momento. Poco a poco iremos actuando menos en el piloto automático y seremos un poco más conscientes de nosotros mismos. Pero si no lo hacemos bien, algo que es muy posible en medio de las tormentas del día a día, debemos ser indulgentes con nosotros mismos. Lo importante es intentar aprender algo de esas situaciones para que, poco a poco, vayamos consiguiendo un mejor autocontrol emocional. Y es que no debemos sentirnos culpables por lo que sentimos, pero sí debemos hacernos responsables de lo que hacemos con ello.

 

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En el próximo artículo continuaremos profundizando en la gestión emocional.