Muchas veces pasamos por períodos de melancolía que afectan nuestra rutina. Si se trata de un malestar pasajero, no hay de qué preocuparse; al fin y al cabo, todos podemos estar desganados alguna vez en la vida.

Sin embargo, si estas sensaciones se prolongan durante un par de semanas, probablemente estemos atravesando una dolencia emocional y lo recomendable sería que la tratásemos debidamente. En este artículo te contamos cuáles son los síntomas de la depresión, a fin de que seas capaz de detectarla a tiempo y actuar en consecuencia para reestablecer el equilibrio en tu salud.

¿Qué es la depresión y quiénes pueden padecerla?

La depresión es un trastorno del ánimo que afecta a un gran porcentaje de la población humana. Si bien posee síntomas que se identifican con otros problemas, la mayoría de los estudios científicos atribuyen al cuadro depresivo el origen de otras dolencias. En ese sentido, suele decirse que los demás trastornos son la punta del iceberg; es decir, permiten detectar el problema cuando éste ya lleva gestándose en silencio sin que nadie haya podido detectarlo. Tratándose de una afección tan silenciosa es muy importante estar atentos a cualquier sensación de incomodidad o de cambio en nuestro comportamiento y el de los seres que amamos, para ser capaces de detectarla a tiempo.

Este trastorno es de carácter físico y emocional y se produce por una disminución de serotonina, norepinefrina y dopamina en el organismo, que son las sustancias que produce nuestro cuerpo para regular el estado de ánimo. Este cambio químico provoca asimismo un descenso de las actividades normales de la persona que la padece. Quien se encuentra deprimido no encuentra las fuerzas para realizar todas aquellas cosas que antes le gustaban o incluso cumplir con sus compromisos y responsabilidades. Se trata de un trastorno clínico muy común y que a largo plazo puede generar deterioro en la vida social, es decir: si no es tratada debidamente, puede devenir en otros problemas que afecten sustancialmente la conducta social del individuo.

Si bien suele relacionarse con la angustia, la depresión conlleva una serie de sensaciones ambiguas y complejas. Es un cuadro que puede llevarnos a perder toda nuestra autoestima y a convencernos de que ya nada tiene sentido. Cuanto más tiempo se prolongue el malestar, más difícil nos resultará enfrentar nuestra rutina.

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Una persona deprimida comenzará por sentirse muy mal y a medida que el trastorno avance, experimentará otro tipo de situaciones más complejas, tales como la pérdida de placer en aquello que antes le gustaba y una tensión constante que le llevará a romper sus relaciones ante cualquier dificultad social. Si el vacío invade toda la vida del individuo, puede devenir en deseos de quitarse la vida. Sin duda, pese a que se trata de un trastorno que todos podemos mencionar a la ligera, tiene un potencial de autodestrucción impresionante por lo que no es conveniente tomárselo a la ligera.

La depresión no hace distinción de edad ni estatus económico. Todos podemos sufrirla, incluso si nunca antes hemos tenido problemas similares. No obstante, guiándonos por las estadísticas podríamos identificar algunos grupos sociales más propensos a padecerla: los que viven en una situación de extrema pobreza o de vulnerabilidad social (la falta de recursos, la sensación de discriminación y el miedo a no poder subsistir pueden colaborar con el malestar), las personas migrantes (la distancia física con sus seres queridos, el tener que habituarse a nuevas formas de hablar y de vivir, y la sensación de extrañeza pueden ser detonantes para un cuadro depresivo) y las mujeres (la represión sistemática, el acoso y el ninguneo del patriarcado son algunas de las condiciones que experimentan las mujeres y que podrían derivar en un cuadro depresivo al generar ideas prefijadas en torno a la valía).

¿Cuáles son las causas de la depresión?

Las causas que pueden derivar en un cuadro depresivo pueden ser muchas. Dependiendo de la persona, de sus preocupaciones, de sus carencias y de su salud física, estas razones pueden variar, ajustándose a cada individuo y a su historial clínico.

Cualquier acontecimiento emotivo, doloroso o frustrante en la vida puede ser el detonante para desarrollar depresión. Las más comunes son la muerte de un ser querido, la pérdida de un trabajo, una ruptura amorosa; es decir, situaciones emocionalmente impactantes y que nos dejan una marca indeleble provocando un cambio rotundo en nuestra vida.

Pero no siempre la depresión tiene un detonante tan contundente (un cambio importante en la vida); a veces, es el resultado de una serie de situaciones que provocan estrés en el individuo. Podríamos decir en estos casos que la suma de factores y experiencias han contribuido con un desequilibrio emocional que lleva al individuo a sentirse incapaz o falto de fuerzas para continuar con su rutina de forma normal. En los casos de los niños con este trastorno, por ejemplo, puede ser provocada por la exposición a situaciones de humillación o estrés de forma constante que, a la larga, derivan en una deformación en su manera de verse y de comprender el lugar que ocupan en el mundo. En estos casos, es fundamental que los padres estén atentos a cualquier cambio en el comportamiento de sus hijos, para poder tratar la depresión antes de que sea tarde.

Otros detonantes pueden ser los antecedentes familiares de trastornos similares y la dependencia a medicamentos, drogas o alcohol. Por otro lado, algunas enfermedades tales como cáncer, Alzheimer, diabetes y afecciones del corazón pueden ser factores desencadenantes de depresión. También otros diagnósticos de orden psicológico pueden venir acompañados de depresión como la ansiedad, TOC (Trastorno Obsesivo Compulsivo), bipolaridad y TLP (Trastorno Límite de la Personalidad).

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Síntomas principales que indican posible depresión.

La tristeza y la ausencia de motivación para realizar actividades son los dos síntomas principales que se relacionan con este trastorno. Sin embargo, existen muchos otros que no siempre los relacionamos con él y que podrían ayudar considerablemente a establecer su diagnóstico.

Falta de atención.

Uno de los síntomas que no siempre se relaciona con la depresión pero que puede estar estrechamente relacionado con ella es la falta de atención o la dificultad para centrarse en algo específico durante un tiempo prolongado. Se le denomina dispersión mental y se produce por una disminución de serotonina en el cerebro, lo que produce un descenso de la actividad neuronal que conlleva una seria dificultad para realizar operaciones vinculadas con la memoria, la concentración y el razonamiento.

Cansancio físico.

Este es otro síntoma estrechamente vinculado con la depresión: la falta de energía y la sensación de que todo nos cuesta mucho más y que, incluso, no nos sentimos capaces de poder hacerlo. La sensación de vacío interior provoca que todo nuestro entorno nos resulte cansino, hasta las actividades más triviales se convierten para nuestro cuerpo y nuestra mente en verdaderas odiseas. Es posible que este síntoma esté conectado con otros problemas que genera la depresión, como la dificultad para descansar correctamente y los cambios en la alimentación.

Problemas para dormir.

Las personas con depresión suelen padecer algunos de los denominados trastornos del sueño, tales como insomnio o necesidad de dormir más de lo usual. Según ha revelado un estudio del Instituto del Sueño, alrededor del 80% de las personas que han sido diagnosticadas han manifestado serias dificultades para descansar adecuadamente que se ven reflejadas en incapacidad para conciliar el sueño o para mantenerse durmiendo durante las horas de descanso necesarias.

Trastornos en la alimentación.

La comida suele convertirse en un refugio cuando se padece depresión. Es común que las personas sientan un cierto descontrol a la hora de alimentarse. En algunos casos se experimenta una falta de apetito y las personas pueden llegar a pasar muchas horas sin probar alimento. Otra forma en la que puede manifestarte es a través de la ansiedad por comer alimentos grasos y dulces, y su consumo sin freno. Este tipo de trastornos devienen, a su vez, en un aumento de la sensación de culpabilidad que puede agravar el estado emocional del individuo.

Problemas digestivos.

Los trastornos en la alimentación, a su vez, suelen contribuir con problemas para regular correctamente la digestión. De hecho, dado el estrecho lazo que existe entre los órganos involucrados en la digestión y los nervios, suele ser común que las personas con depresión experimenten una mala digestión y todo tipo de problemas derivados.

Falta de apetito sexual.

Como la depresión suele traer aparejados serios problemas de autoestima, es normal que las personas que la padecen experimenten una disminución del deseo sexual. Si bien no es el único trastorno del ánimo que presenta esta condición, en ocasiones es el que permite comenzar a intuir que existe un cuadro de este tipo.

Molestias físicas.

Este es otro de los síntomas de la depresión: dolores físicos de origen desconocido. Los pacientes experimentan diferentes dolencias y generalmente, se someten a toda clase de estudios médicos sin que se pueda conocer la causa física del malestar. Entre los dolores más frecuentes, cabe señalar molestias musculares, jaquecas, fibromialgia y dolores de cabeza.

Apatía.

Este síntoma no siempre es provocado por la depresión pero en el caso de las personas que reúnen algunos de los síntomas anteriores, se vuelve casi inexorable determinar este diagnóstico. Los pacientes depresivos tienden a anular citas, a faltar a sus compromisos y a buscar una vida solitaria y sedentaria. En ocasiones, esta apatía puede llevarlos a sentirse libres de las presiones sociales, pero a largo plazo puede afectar severamente el ánimo del individuo.

Dermatitis atópica.

Como decíamos, la depresión puede venir acompañada de otros trastornos, la dermatitis atópica es una de ellas. La sensación de picor extremo y la aparición de eccemas en la piel son dos síntomas que podrían servir para detectar un cuadro depresivo. Se cree que este síntoma es más común durante la adolescencia.

Si tienes algunos de estos síntomas o los has podido notar en alguien cercano, te recomendamos que no dejes pasar un segundo más e intentes ponerle fin a ese malestar. Si bien no todas las personas que experimentan estos síntomas pueden estar deprimidas, generalmente estas reacciones se encuentran relacionadas con el cuadro depresivo. Cabe mencionar también, que muchos otros trastornos del ánimo, incorporan entre sus síntomas la depresión; en estos casos estaremos ante un cuadro más severo y la intervención de profesionales será indispensable.

La depresión tiene tratamiento.

Es normal que todos en la vida tengamos momentos de tristeza, sobre todo si nos han ocurrido cosas dolorosas. Sin embargo, el hecho de que estemos dispuestos a acostumbrarnos a ese malestar y que lo incorporemos como algo inevitable y para siempre, es una señal de que estamos deprimidos. Pero se puede vivir mejor y debemos intentarlo.

La depresión, aún siendo una condición compleja, no impide que las personas que la padecen y reciben un tratamiento apropiado pueden rendir más en sus trabajos y responsabilidades, a la vez que se descubren capaces de desarrollar vidas sociales más equilibradas.

Existen muchas formas de vivir mejor, de superar las ausencias y de reconstruirse, sólo hay que dar con el apoyo adecuado. Si luego de leer este artículo has podido intuir que padeces de este trastorno, te alentamos a que busques ayuda para poder superarlo y reconstruirte. ¡Mucho ánimo!