En los últimos tiempos, dentro del ámbito de la psicología, ha comenzado a utilizarse un término muy llamativo y que sirve para representar multitud de situaciones a la que nos enfrentamos los seres humanos. Estamos hablando de la indefensión aprendida, la cual queremos explicarte aquí en profundidad.

¿Qué es la indefensión aprendida?

La indefensión aprendida, también denominada por algunos expertos como impotencia aprendida, es un término utilizado en psicología para hacer referencia a aquellos seres humanos que han "aprendido" a comportarse de forma pasiva ante todo tipo de problemas. Por lo general, estas personas sienten que son incapaces de hacer nada ante ellos a pesar de que, ante sí, tienen multitud de oportunidades auténticas para cambiar la situación. De este modo, lo que esperan es no tener que enfrentarse a situaciones desagradables o, en su defecto, obtener recompensas positivas.

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¿Por qué surge la indefensión aprendida?

Habitualmente, este problema psicológico surge cuando un sujeto se ha enfrentado en repetidas ocasiones a determinadas situaciones sin que sus actos hayan conseguido surtir el efecto que realmente querían. Esto acaba derivando en una sensación de impotencia y en la percepción de que aquello que les rodea es incontrolable y que, por lo tanto, lo mejor es no hacer nada. De hecho, hasta cuando el resultado es el deseado, el sujeto tiende a pensar que no se ha producido por las acciones llevadas a cabo, sino por puro azar o porque debía ser así.

¿Qué consecuencias tiene la indefensión aprendida?

Las personas que sufren indefensión aprendida acaban desarrollando una serie de problemas adicionales. En concreto, podemos citar los siguientes:

  • Paralización ante problemas que requieren rápida respuesta.
  • Bloqueo mental frente a situaciones a corto, medio o largo plazo.
  • Necesidad de huir de los problemas.
  • Evitar situaciones que puedan resultar incómodas.
  • Negar el enfrentamiento con las causas de los problemas.
  • Incapacidad de ayudarse a sí misma

Como consecuencia de todo ello, la persona que sufre indefensión aprendida acaba teniendo un grave problema de autoestima. Además, este se ve incrementado por una falta de motivación extrema. Todo esto se traduce en que la voluntad del propio sujeto queda siempre subordinada a cualquier aspecto externo. Incluso, en casos extremos, pueden surgir síntomas depresivos y de ansiedad.

¿Es posible superar la indefensión aprendida?

La respuesta es que sí. De hecho, es más fácil de lo que parece por una sencilla razón. Y es que, como su propio nombre indica, se trata de un comportamiento aprendido que puede ser modificado como cualquier otro.

En este sentido, la primera fase del tratamiento se debe centrar en aprender comportamientos alternativos a los aprendidos anteriormente y que desencadenaron el problema. Con ellos, lo que se espera es que el sujeto aprenda a resolver sus propios conflictos y a sentir que es capaz de cambiar, mediante sus actos, las situaciones adversas a las que tenga que enfrentarse.

Hay muchos ejemplos que pueden servir para ilustrar esta situación, pero el más interesante que se nos ocurre es el de un sujeto en paro que lleva meses buscando trabajo sin éxito. Tras todo ese tiempo, puede que haya perdido la motivación y haya empezado a pensar que poco más puede hacer. De hecho, incluso es posible que haya desarrollado comportamientos orientados a evitar la situación y a la pasividad. Cuando esto se produce, la indefensión aprendida ya se ha instaurado.

Sin embargo, quedarse en casa no es una alternativa válida para ese sujeto. El trabajo de la terapia, en ese caso, debe centrarse en proveer de habilidades nuevas a la persona para que sea capaz de encontrar otros lugares y recursos con los que seguir con su búsqueda.

En definitiva, la indefensión aprendida puede ser un problema realmente grave para aquellos que la padecen pero, como todo comportamiento adquirido, puede modificarse y corregirse.