La ansiedad es una reacción de nuestro organismo, que se manifiesta tanto a nivel físico como mental. Si vamos a su función primaría podríamos definirla como un mecanismo de supervivencia, que nos predispone a la lucha o a la huida para asegurar nuestra supervivencia en situaciones de peligro o amenaza.

Experimentar ansiedad nos permite reaccionar de manera adaptativa en situaciones en las que se compromete de manera importante nuestra integridad física. Pongamos por caso que vas paseando y enfrente de ti aparece un león. En esta situación, experimentar ansiedad es la mejor manera de poder gestionarla.

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La ansiedad se manifestaría en esta situación por medio de tres mecanismos, el primero es el cognitivo, este mecanismo es el que nos permite evaluar la amenaza, nuestra mente va a valorar de manera rápida e instantánea cuales son las consecuencias más probables de esta amenaza para nosotros. Es decir, el mecanismo cognitivo nos va a decir si la situación va a tener unas consecuencias dramáticas para nosotros.

Una vez que nuestro sistema cognitivo ha evaluado la amenaza y ha determinado que efectivamente las consecuencias probables del peligro son muy negativas para nosotros, selecciona la respuesta que es más favorable para hacer frente a la amenaza, en este caso la mejor la mejor alternativa sería la huida para ponerse a salvo del león o en el peor de los casos hacer frente al peligro luchando contra él.

Cuando el sistema cognitivo ha realizado este proceso se pone en marcha el sistema fisiológico. Éste se hiperactiva para cubrir las necesidades de la respuesta seleccionada y que vamos a poner en marcha. En esta caso, la huida es la respuesta a poner en marcha, para poder "salir corriendo" nuestro sistema respiratorio se acelerará para cubrir las demandas de oxígeno que son necesario para el esfuerzo físico que vamos a realizar.

Nuestro corazón latirá mucho más fuerte y veloz para poder bombear la sangre más rápidamente y poder distribuir todo el oxígeno que nuestros músculos necesitarán para hacer frente al esfuerzo.

También nuestros músculos sufrirán cambios, éstos se tensionarán hasta el nivel óptimo que necesitaremos para poder correr.

Otro cambio que se producirá será en nuestra temperatura, ésta aumentará previendo el calor que generaremos durante nuestra carrera y que será necesario disipar a través del sudor.

Una vez que nuestro sistema fisiológico ha realizado éstos y otros cambios físicos, se pone en marcha el sistema conductual, que es el que nos permite poner en marcha la conducta de huida.

Como vemos, en esta situación en la cual se manifiesta un peligro inminente para nuestra supervivencia, experimentar todo el ciclo de ansiedad es indispensable para poder gestionar de manera satisfactoria la situación.

Esta ansiedad es la que podemos considerar adaptativa, ya que es la que nos activa y nos permite reaccionar ante los peligros.

Ansiedad patológica

Afortunadamente en nuestro día a día no tenemos que hacer frente a peligros que atentan directamente contra nuestra integridad física o nuestra vida. Son otros los "peligros" a los que tenemos que hacer frente a nuestro día a día: a la incertidumbre, al fracaso, al juicio negativo de los demás, al fracaso, a no ser suficiente, a los aviones, a montar en coche, a hacer una exposición en público y un sin fin de situaciones, las cuales para algunas personas son fuentes de ansiedad.

Es evidente que existen notables diferencias entre un león y el fracaso o el juicio negativo de los demás, pero a pesar de estas grandes diferencias entre una y otras situaciones, la ansiedad se comporta igual en cualquiera de ellas.

Es en este tipo de situaciones en las que la ansiedad se convierte en desadaptativa. En ellas la respuesta de lucha o huida no nos va a permitir gestionar de manera eficaz el fracaso o el juicio negativo de los demás.

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No solo la desadapatación de la ansiedad vendrá dada por la respuesta inadecuada en estas sitauciones, sino que además, la ansiedad se comportará como una "alarma" que siempre está activada e irá aumentando en intensidad, frecuencia y duración.

Podemos establecer unas diferencias para identificar cuando estamos experimentando ansiedad patológica o ansiedad adaptativa.

Mientras que la ansiedad adaptativa tiene una duración limitada en el tiempo, es decir, dura mientras dura la situación de amenaza, la ansiedad patológica se extiende más allá de la situación que la genera.

La ansiedad adaptativa tiene una intensidad media. La activación es ajustada a las necesidades de la respuesta a poder en marcha. La ansiedad patológica va mucho más allá de las necesidades de la situación. Esto se produce porque la respuesta de lucha o huida no es funcional, y por tanto el mecanismo sigue aumentando su intensidad en un intento de hacer esa respuesta funcional.

La ansiedad adaptativa se presenta en episodios poco frecuentes mientras que la ansiedad patológica se manifiesta en repetidos episodios y más cuando está asociada a situaciones muy cotidianas, como relacionarse con los demás, como ocurre en la fobia social.