Podemos entender el estrés como la reacción negativa del organismo ante una situación que se percibe como amenazante. En toda situación dada, nuestra mente valora cuales son las exigencias presentes en dicha situación y cuales son los recursos personales que tenemos para gestionar las demandas.

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Si el resultado de estas valoraciones es positivo, es decir, percibimos que nuestros recursos son suficientes para cubrir las demandas no padeceremos estrés. Si por el contrario, percibimos que nuestros recursos no son suficientes para cubrir las demandas de la situación, entonces el estrés hará acto de presencia con todo lo que ello conlleva.

Etapas del estrés.

Cuando estamos antes una situación estresante nuestro organismo recorre una serie de etapas para poder hacerle frente y salir victorioso de esta situación:

La primera fase es la que conocemos como “fase de alarma”.

Ante la percepción de una posible situación de estrés, nuestro organismo empieza a desarrollar una serie de alteraciones fisiológicas (aumento de la presión sanguinea, respiración acelerada...) y psicológicas (ansiedad, inquietud, nerviosismo...) que lo predisponen a hacer frente a la situacion que percibimos como estresante. La aparición de estos síntomas está influida por diferentes factores.

Por un lado los factores que dependen de la naturaleza física del estresor, por ejemplo el nivel de ruido, temperatura ambiental o el tiempo disponible para realizar una tarea.

Otros factores dependen de la persona que padece el estrés. Entre estos factores encontramos la percepción de amenaza, por ejemplo, que anticipe el fracaso y el grado de control que percibe sobre la situación, es decir, si percibe que tiene capacidades para controlar la situacion estresante o no.

Una vez que se ha superado esta fase, pasamos a las siguiente, que es la “fase de resistencia”

Supone la fase de adaptación a la situación estresante. En ella el organismo desarrolla una serie de procesos a  nivel fisiológico, congnitivo, emocional y conductual orientados a reequilibrar la situación estresante, de tal manera que el impacto del estresor o sus consecuencias sea el menor posible.

Si se produce está adaptación, el organismo vuelve al estado de equilibrio.

Si fracasamos en esta segunda fase, porque no hemos puesto las habilidades de afrontamiento necesarias para gestionar la situación estresante, entramos en la siguiente fase.

Esta tercera fase es la de “agotamiento”.

En esta fase es donde hacen aparición los síntomas del estrés crónico, presentándose a nivel somático, cognitivo y emocional.

Estresores cotidianos.

El estrés forma parte de nuestra vida, en nuestro día a día tenemos que enfrentarnos a estresores cotidianos de mayor o menos intensidad, que pueden ser crónicos o agudos.

Tan cotidianos son que ni siquiera somos conscientes del nivel de estrés que nos generan. Pero que no seamos conscientes no quiere decir que no nos afecten y aumenten de manera paulatina nuestro nivel de estrés.

Entre los estresores cotidianos los más frecuentes son:

  • Situaciones que suponen un sobreesfuerzo cognitivo.
  • Estímulos ambientales.
  • Percepciones de amenaza.
  • Alteración de las funciones fisiológicas (enfermedades, adicciones, etc.)
  • Aislamiento y confinamiento.
  • Bloqueos en nuestros intereses.
  • Presión grupal.
  • Frustración : no conseguir objetivos planeados.

Síntomas del estrés:

El estrés es una reacción general del organismo que involucra cambios a nivel físiológico, cognitivo, emocional y conductual.

  • Nivel fisiológico: Dolores de cabeza y tensión muscular generalmente en cuello y espalda. Problemas del aparato digestivo: digestiones pesadas, colón irritable, dolores y acidez de estómago. Tensión alta que puede desembocar en trastornos coronarios. Cansancio físico. Enfermedades de la piel: brotes de psoriasis, dermatitis.
  • Nivel cognitivo: disminución de la concentración y la memoria, Dificultad para la toma de decisiones. Fatiga mental. Embotamiento mental. Insomnio.
  • Nivel emocional: angustia, nerviosismo, alteraciones del estado de ánimo e irritabilidad.
  • Nivel conductual: trastornos del apetito, conductas impulsivas,  aceleración, bloqueos mentales y agresividad.

 

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Afrontamiento del estrés.

Todos y cada uno de nosotros luchamos de alguna forma contra el estrés que aparece en nuestra vida. La forma en la que luchamos contra el estrés es lo que llamamos afrontamiento del estrés.

Si bien es cierto que todos tenemos nuestra manera de enfrentar el estrés, no todas las personas salen victoriosas de esta lucha. Esto puede deberse a que no sabemos exactamente cuales son las fuentes de estrés, no hemos desarrollado las estrategias de afrontamiento necesarias, o aunque las hayamos desarrollado, no sabemos ponerlas en marcha correctamente.

Podemos establecer una jerarquía del afrontamiento con los diferentes niveles que cada uno de nosotros pone en marcha a la hora de vérselas con el estrés.

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Estilo de Afrontamiento.

Son las formas generales y habituales de enfrentarse al estrés. En cuanto al estilo de afrontamiento encontramos dos tipos:

  • Estilo Reactivo: Este es un estilo impulsivo, la persona reacciona de manera instintiva al estrés, de forma rápida y emotiva.
  • Estilo Proactivo: Este es un estilo preventivo. La persona se prepara para la situación de estrés. Planifica su estrategia para vérselas con la situación estresante.

 

Recursos de Afrontamiento.

Son el conjunto de ventajas físicas, psicológicas, personales y sociales que tiene la persona y desde las que nacen las estrategias adaptativas de la gestión del estrés.

La autoestima, el apoyo social, la seguridad económica, la salud física, las habilidades sociales, son recursos adaptativos para la gestión del estrés.

 

Estrategias de Afrontamiento.

Son los planes y actuaciones manifiestas que ponemos en marcha para enfrentarnos al estrés. Dentro de estas estrategias encontramos las estrategias paliativas y las preventivas.

  • Estrategias Preventivas: Son aquellas estrategias encaminadas a evitar que suceda el evento estresante.
  • Estrategias paliativas: Son aquellas estrategias que utilizamos para minimizar el impacto que genera el estresor.

Las personas que más eficazmente lidian con el estrés son aquellas que han desarrollado recursos en las tres capas de afrontamiento.