La onicofagia o el acto de comerse las uñas, si es una conducta recurrente e incontrolable por
la persona que la realiza, produce malestar funcional y social. Aunque pueda parecer, a priori, que comerse las uñas no tiene consecuencias más allá de las estéticas, esto no es así. Puede demostrar que la persona tiene dificultades para el autocontrol.

Como veremos más adelante, es una conducta que realizan muchas personas alrededor del mundo y desde edades muy tempranas. Por eso, vamos a dedicar una entrada a hablar sobre ello. Comentaremos qué es, cuándo se convierte en un problema, cuál es su prevalencia, qué consecuencias tiene y qué podemos hacer para ponerle fin. 

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¿Qué es la onicofagia? ¿Es algo problemático?

La mayoría de las veces comerse las uñas o la onicofagia no es algo patológico. Es algo que hacemos como si fuera un hábito, en otras palabras, es una conducta que repetimos y que tiene una meta concreta. Además, está bajo el autocontrol de cada persona (Martínez, González y Correa, 2004; citado en Cortés y Oropesa, 2010).

Sin embargo, si la conducta se vuelve algo permanente en el tiempo, si la persona no es capaz de parar de comerse las uñas o si produce un deterioro funcional y social, puede ser patológico (Cortés y Oropesa, 2010). En otras palabras, cuando se escapa de nuestro control y cuando tiene consecuencias negativas en nuestra vida diaria, pasa a ser un problema que requiere atención.

La persona puede comerse una uña, todas las uñas o incluso las pieles que rodean la uña, esto dependerá de cada caso. Además, muchas veces, las personas que se comen las uñas también se comen las cutículas y esto puede convertirse en un problema médico porque se pueden generar infecciones, problemas en los dientes u otro tipo de problemas médicos como verrugas.

Asimismo, se podría decir que es una conducta que no es socialmente adecuada porque a muchas personas le puede generar asco (Wells, Haines y Williams, 1998; citado en Cortés y Oropesa, 2010).

¿Por qué nos comemos las uñas?

La onicofagia es un acto que está ligado con la disminución de la tensión. Muchos estudios mencionan que se hace como medio para disminuir o alejar la tensión y la ansiedad. Por lo tanto, podríamos decir que se utiliza como mecanismo para disminuir la ansiedad. 

Otros expertos también lo describen como un trastorno del control de impulsos. 

¿Cuántas personas se comen las uñas?

Es un problema más común de lo que nos creemos y que puede comenzar a partir de los tres años de edad. Es más, un estudio establece que hasta un 50% de los adolescentes y un 30% de los niños entre los 7 y los 10 años lo hace.

Esto es algo preocupante ya que, como veremos en el siguiente apartado, puede generar consecuencias negativas en la salud de los niños y los adolescentes.

¿Qué consecuencias tiene?

Como hemos comentado un poco más arriba, las consecuencias de comerse las uñas de forma patológica son, entre otras:

  • Problemas dentales. Los dientes se pueden romper como consecuencia de intentar romper o morder las uñas. Asimismo, también podemos dañar el esmalte de los dientes o generar daños en la mandíbula. Si esto ocurre en personas jóvenes tendrán un problema de por vida.

  • Infecciones. Al comernos la cutícula podemos sangrar y dejar el dedo expuesto a una posible infección. En algunos casos extremos puede requerirse la amputación del dedo para evitar que la infección de extienda. 

  • Mala imagen. Si te provocas heridas, sangre, etc. puedes emitir una imagen mala de ti mismo. 

  • Problemas digestivos. Cuando nos comemos las uñas también podemos comernos la suciedad que tienen y esto podría provocarnos daños en el estómago, gastroenteritis, infecciones, etc.

  • Culpa. En el caso de que hayamos intentado cesar esta conducta y no lo hayamos conseguido, nos podemos sentir culpables, sentir vergüenza de nosotros mismos o tener sentimientos muy negativos sobre nuestra persona. Sin lugar a duda, esto es algo a lo que hay que prestarle atención porque podemos caer en un círculo vicioso donde comernos las uñas nos genere ansiedad, nos sintamos culpables por ello, esto nos genere más ansiedad, nos volvamos a comer las uñas, etc. 

  • Problemas en la boca. A nivel bucal también pueden aparecer aftas como consecuencia de la introducción de bacterias en la boca. 

Estas son algunas de las más importantes, pero dependiendo de la persona, podrían generarse algunas más que podrían incluso ser más graves.

¿Qué puedo hacer?

En el caso de que te comas las uñas de manera compulsiva y que creas que es un problema para ti, te recomendamos que intentes ponerle solución. A continuación, te presentamos algunos consejos:

  1. Hazlo público en tu familia. Coméntales a las personas que viven contigo que tienes este problema, pero que le estás intentando poner solución.
  2. Haz un autorregistro. Si empiezas a registrar cuándo, dónde y porqué te comes las uñas, serás más consciente de ello.
  3. Aprende técnicas de relajación. Como hemos comentado, el comerse las uñas está relacionado con la ansiedad. Por lo tanto, para los momentos en los que tenemos altos niveles de ansiedad, podría ser recomendable aplicar una técnica de relajación. 
  4. Establece un plan de premios y castigos. Prémiate por cada día que pases sin comerte las uñas y establécete un castigo cada vez que te las comas. De esta manera tendrás una motivación.
  5. Utiliza estrategias físicas. Cuando estés en casa te puedes poner unos guantes para evitar morderte las uñas.
  6. Pide ayuda a tu familia. Habla con las personas con las que vives y diles que si te ven con las manos en la boca, te lo digan. Muchas veces es un hábito tan interiorizado que no somos conscientes de que lo hacemos. 

Si todo esto falla, lo mejor es que pidas ayuda a un profesional para que te ayude a diseñar un plan adaptado a tus necesidades.

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Referencias bibliográficas

En el caso de que quieras ampliar información, te recomendamos que consultes el siguiente artículo: 

  • Cortés, E. y Oropesa, R. (2011). Intervención Conductual en un Caso de Onicofagia. Enseñanza e Investigación en Psicología, 16 (1), 103-113. Recuperado de Researchgate.
  • Otro artículo interesante es el de López, A. G. (2017). Un caso de onicofagia grave y queratosis artefacta secundario a un trastorno de control de los impulsos. Recuperado de actualidad médica