El COVID-19 no solo ha traído consigo problemas médicos, también ha acelerado o provocado la aparición de problemas psicológicos que ponen en jaque nuestra salud mental. Tal y como se puede leer en la página de la conocida Clínica Mayo, el COVID ha generado más ansiedad, miedos, estrés, malestar, tristeza y soledad. Todo esto unido al duelo por la pérdida de seres queridos y/o el desempleo pueden llegar a generar trastornos de ansiedad o depresión.

En la entrada de hoy vamos a hablar sobre qué es la fobia social, cómo se relaciona esta con el COVID y algunas medidas para intentar superarla.

¡Empezamos!

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¿Qué es la fobia social?

La fobia social o ansiedad social, como su propio nombre indica, es un trastorno de ansiedad que hace que tengamos miedo a exponernos a situaciones sociales en las que podamos ser juzgados por otras personas.

En consecuencia, pueden aparecer problemas para iniciar o mantener conversaciones, para ser observado mientras se come o bebe, dar charlas delante de otras personas, etc.

Todo lo anterior causa malestar en las personas haciendo que su vida diaria se vea afectada.

Algunas implicaciones psicológicas del COVID-19 

Se están realizando bastantes investigaciones al respecto, ya que los expertos se han dado cuenta de que existe una estrecha relación entre ambos.

Debemos tener en cuenta, antes de nada, que la manera que teníamos de relacionarnos con las personas no convivientes (o incluso con las convivientes) ha cambiado por completo. Esto ha sido provocado en gran parte por el confinamiento, las medidas de distanciamiento social, el uso de mascarillas, etc.

A continuación, vamos a comentar cómo han podido ir influenciando las principales medidas sanitarias para el control de la pandemia a la aparición de ansiedad social:

Confinamiento

El confinamiento, como ya sabrás, significa encerrar a alguien dentro de unos límites. Esto, sin lugar a duda, cambió por completo nuestros esquemas y la vida tal y como la conocíamos hasta el momento.

Somos seres sociales y, por ello, necesitamos salir y relacionarnos con los demás. El haber estado mucho tiempo encerrados ha generado:

  • No querer salir de casa. En algunos casos ha derivado en agorafobia. Como comentamos en un artículo que hablamos exclusivamente sobre ello es el miedo a los espacios abiertos o miedo a sentirse atrapado. 
  • Miedo a relacionarnos con otras personas de manera presencial. El haber pasado mucho tiempo manteniendo relaciones sociales a través de chat, videollamada o llamada ha hecho que prioricemos este tipo de relaciones. Con respecto a la salud física no está del todo mal. Sin embargo, muchas veces las relaciones sociales cara a cara también son necesarias. Si se siguen unas adecuadas medidas de higiene, relacionarnos con los demás, no debería suponer un problema o riesgo excesivo. 
  • Ansiedad social. Lo anterior puede derivar en casos de ansiedad social. Debemos tener en cuenta que hemos pasado mucho tiempo solos o con nuestras personas de confianza. Esto ha hecho que relacionarnos con otras personas pueda suponer sentirnos juzgados. 

Distanciamiento social

El distanciamiento social, también conocido como distanciamiento físico consiste en relacionarnos con los demás guardando una determinada distancia. Esto ha hecho que nos dé reparo tener gente cerca o exponernos a según qué situaciones sociales. Esto ha significado en muchos casos la aparición de ansiedad social. 

Uso de mascarilla

Aunque no esté directamente relacionado con la ansiedad social, el no verle la cara a las personas también ha supuesto un gran impacto en nuestras vidas. Debemos tener en cuenta que no podemos observar las expresiones de la cara, los gestos, etc. todo esto hace que se pierda gran parte de la comunicación no verbal que mantienen dos personas en una conversación. 

En consecuencia, puede dar lugar a malentendidos, no saber muy bien qué es lo que pretende comunicar la otra parte, etc. Este problema se acrecienta en personas sordas y mudas. 

COVID-19 y ansiedad social

Al tener que seguir todas las medidas anteriores nos podemos llegar a sentir expuestos o juzgados cuando estamos delante de otras personas. Los pensamientos más comunes, relacionados con esto, suelen ser: qué dirán si se me baja un poco la mascarilla, igual a la gente no le parece bien que salga a la calle, qué dirán si celebro mi cumpleaños (aun cumpliendo las normas establecidas, etc.).

Asimismo, esto se ha podido ver potenciado por otros muchos factores. Me gustaría comentar aquí una experiencia personal que creo que puede ayudar a entender lo que quiero transmitir:

Un día de agosto de 2020 salí a la calle cumpliendo todas y cada una de las medidas sanitarias impuestas. Me senté en un bancó y al darme la luz del sol en la cara estornudé un par de veces. Fue una reacción natural de mi cuerpo y algo que me ha pasado siempre. Sin embargo, la gente que tenía alrededor empezó a apartarse y a mirarme como si estuviera haciendo algo malo. Yo en ningún momento me bajé la mascarilla.

Si yo hubiese tenido un trastorno de ansiedad social, se podría haber visto muy influenciado por esto. Yo no estaba haciendo nada malo y, aun así, me vi expuesta a una situación que cuanto menos fue incómoda.

Por todo ello, podríamos decir que, sin lugar a duda, este miedo a ser juzgados por los demás o a exponernos ante la sociedad puede generar cierto reparo que, en muchas ocasiones, puede llegar a convertirse en un problema.

¿Qué puedo hacer para paliar los efectos psicológicos del COVID?

A continuación, detallamos algunas herramientas que puedes utilizar para intentar hacerle frente a todo esto:

  • Sigue siempre las medidas sanitarias impuestas por las autoridades. Si cumplimos las medidas sanitarias nos sentiremos mejor y tendremos menos probabilidades de pensar que vamos a ser juzgados.
  • Sé tolerante. Todo el mundo puede estornudar, toser o incluso tener que bajarse la mascarilla para sonarse los mocos. Está bien que no te acerques a estas personas, pero no es necesario utilizar miradas intimidatorias o sortear a la gente de manera descarada.
  • Exponte a aquellas situaciones que te generan miedo. Cuanto más nos exponemos menor será el problema.
  • Pide ayuda. Si crees que no puedes exponerte o presentas la mayoría de síntomas del trastorno social, quizás ha llegado la hora de pedir ayuda a un profesional de la salud mental.

Conclusiones

Está claro que el COVID-19 ha tenido un gran impacto en nuestra salud física, pero no debemos de olvidarnos de la salud mental. El aislamiento, la ansiedad social, la agorafobia o la desconfianza pueden ser alguno de los problemas más comunes.