conflicto parejaEn los comienzos de toda pareja, por lo normal, se está en una fase idílica donde las cosas positivas superan con creces a las negativas. Sin embargo, con el trascurso de la relación, se puede entrar en un proceso de deterioro que finalice, tanto en ruptura como en el mantenimiento de una relación vacía e insatisfactoria, plagada de ataques, fingida tolerancia e incomunicación.

Tengamos presente que la base para una buena relación de pareja se fundamenta en: buena comunicación, afecto, autonomía, confianza, consenso y relaciones sociales. Pero, cuando estos factores clave no se dan y la relación se deteriora, ¿qué favorece llegar a este momento de deterioro? ¿nuestro marco social puede estar entre las causas?

Abstraer a la persona de su contexto social es un imposible, estamos determinados por él en tanto en cuanto es en él donde vivimos, pensamos, sentimos y nos relacionamos.

De esta manera, además de los problemas habituales en muchas parejas, hay que considerar que las costumbres, los roles (tanto tradicionales como emergentes) y la estructura del ámbito laboral pueden conformar las bases sociológicas necesarias para una más que posible insatisfacción en pareja.

Trabajo y déficit de relaciones

Una sociedad que impone de forma abusiva y creciente un alto número de horas de trabajo, a las que en el entorno urbano hay que sumarle las horas de desplazamientos, limitará nuestras relaciones interpersonales. Al no disponer de tiempo para visitar amistades o familiares, nuestra red de reforzamiento social, es decir, aquella que nos proporciona elogio, afecto y vínculo, se verá disminuida drásticamente al otro miembro de la pareja, donde cada cual pasará a ser dependiente del refuerzo social que le proporciona la otra parte.

Ésta dependencia desembocará en demandas recíprocas de atención y afecto que difícilmente podrán ser atendidas.

Si a ésto le sumamos que el tiempo de ocio, ya de por sí reducido, se dedica mayormente a la televisión y que éste es un canal unidireccional que induce en la pareja "el silencio del espectador", se limitan las posibilidades de mantener una conversación, de atenderse y de realizar actividades diferentes y placenteras.

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Roles y género

Afortunadamente, la sociedad está evolucionando, las mujeres exigen respeto e igualdad, alejándose del rol que tradicionalmente se las había impuesto: mujer abnegada, esposa sumisa y madre sacrificada.

Este necesario cambio de paradigma, en el que las mujeres se preocupan más por sus intereses y mantienen una postura crítica ante la realidad hace que el rol de los hombres se vea a su vez cuestionado. En parejas que no compartan las misma visión del rol que a de tener cada cual, el conflicto está servido.

Pero tener la misma visión del rol de cada cual no es garantía de éxito. Las mujeres a pesar de los avances sociales que han propiciado las reivindicaciones feministas, continuan en un sempiterno estado de discriminación social y laboral respecto del hombre. Si la pareja, ya tenía su refuerzo social reducido, para algunas mujeres que no tienen acceso al entorno laboral o son "amas de casa", su aislamiento social es abrumador. Ésto, además de propiciar cuadros depresivos, las sitúa como el miembro débil de la pareja, con mayor dependencia del refuerzo social de su pareja.

En los casos que la mujer si trabaja fuera de casa, es frecuente que se de una doble carga, trabajar fuera y trabajar dentro, pues las labores domésticas recaen mayormente sobre la mujer.

Todos estos aspectos presionan y facilitan el nacimiento de conflictos en el seno de la pareja, desde estados depresivos, sobretodo en la mujer, hasta enfrentamientos directos del tipo "esto no puede continuar así!".

La cultura del deseo

En la sociedad capitalista actual, prácticamente todo se ha convertido en objeto de consumo y para que todo se consuma, la cultura del consumo busca convertir todo en objeto de deseo, sin importar la necesidad o conveniencia ni del objeto de consumo ni del deseo mismo.

No solo consumimos objetos y servicios, también consumimos prototipos y expectativas. Se nos muestran parejas que siguen cánones idealizados y una sexualidad mitificada en su representación audiovisual, muchas veces proveniente del irreal mundo de la pornografía.

Esta idealización preconcebida lleva a las parejas a enfrentar una realidad que no se parece en nada a lo que la sociedad, hasta la saciedad, les vende como modelo. Esto produce una disonancia en muchas personas, que no aceptan que ciertas facetas de su relación de pareja no sean como "debieran" ser y en consecuencia, viven su relación de forma insatisfactoria y frustrada.

En conclusión, hay muchos factores de carácter sociológico que influyen en nuestras relaciones de pareja, no siempre de forma positiva, por tanto es necesario reflexionar sobre que valores tenemos, que hábitos de vida llevamos y que genera esos hábitos, para así poder tomar la necesaria perspectiva con la que afrontar nuestras relaciones, para no dejarnos caer en una inercia que nos impida desarrollar el afecto, la atención y la vida en común con la persona que queremos.